Y aquí

          El abuelo Camilo y la abuela Gertrudis-María Guerrero Ruiz gozaban con esta separación consentida de una minúscula intimidad que les hacía sentirse bien, una pequeña independencia de los hermanos y los padres que les insuflaba el corazón con el orgullo de los que se creen dueños de sus vidas; todo ello a pesar de que, pared con pared, tenían la sala dedica al granero: el olfato siempre en el olor a era y a cosecha recogida. Aunque mi abuelo no lo supo nunca, aquel mismo día, quince países, entre ellos Estados Unidos y Japón, firmaban en Paris el pacto Briand-Kellog: letra sobre papel mojado para condenar el recurso a la guerra, esfuerzo vano por evitar las hostilidades bélicas fuera de la ley. Y aquí, en España, Miguel Primo de Rivera dictaba los destinos del común de los mortales. Con mano firme, con la aquiescencia de Alfonso XIII y el apoyo directo o encubierto de otros militares tales que Cavalcanti de Alburquerque, Mayandía o Berenguer Fusté, suprimió las garantías constitucionales. Las libertades individuales y los derechos fundamentales fueron limitados, la prensa intervenida, y la disidencia política perseguida. El dictador no vaciló en utilizar la fuerza contra cualquier manifestación de oposición. Prohibió incluso otras lenguas que no fueran el castellano, tales que el catalán o el gallego. El abuelo Camilo, hijo de su tiempo, espíritu de supervivencia de por medio, había aprendido a escuchar mucho y a hablar poco. Y sí, aquella noche, se la pasó enterita en vela, los nervios a flor de piel. Y el asunto no era para menos. Al día siguiente, el martes veintiocho, tras muchos años de privaciones y trabajos para otros, amén de los suyos como labrador, iba a comprar una cuadra en el Camino de Almendralejo, hoy, precisamente, calle de Miguel Primo de Rivera, siete.

2 comentarios:

  1. Somos nuestra memoria. Para un escritor, aunque la mezclemos con la imaginación (algo, por otro lado, que viene ocurriendo desde el Cantar de Mio Cid) la Historia es fuente de inspiración y el camino que hace del tiempo un compañero. Lo personal y lo colectivo interactúan a través del lenguaje escrito. Y cuando se convierte en páginas de un libro nos lleva a recorrer en el presente en pasado vivido y el no vivido, en una mezcla que convierte todo en Literatura. En tu caso, en Literatura de la mejor. Así ha sido tu obra, aunque hayas hecho incursiones totalmente fantásticass, y así sigue siendo. Para bien de los que te hemos leido, leemos y, si Dios quiere, te leeremos..

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  2. Gracias, Emilio. Abrazo muy, muy grande.

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